viernes, mayo 21, 2010

El auténtico amor

El auténtico Amor es lo que somos en esencia, es un estado inefable. No entiende de tiempo, ni de distancias, ni de edades.
Está fuera del apego, del egoísmo, de la mente. Tan sólo quiere mostrarse, sin esperar nada a cambio, ni siquiera ser correspondido.
Es el estado del que provenimos, el estado al que regresaremos, el estado que somos. Cuando conectas y eres este auténtico Amor, no temes nada. Comprendes que todo está bien, no hay nada de que temer.
Te invade de tal manera que tan sólo quieres mostrarlo a los demás, ya sea abrazando, besando, acariciando, mirando, estando o de alguna otra manera. Es un estado inefable. Cuando lo compartes con otra persona, ni siquiera buscas que te corresponda, la quieres, esté donde esté, lejos o cerca, da igual.
Cuando esté cerca, disfrutarás de esa persona y ese sentimiento de auténtico Amor se intensificará. Cuando esté lejos físicamente, aunque de otra forma seguiréis unidos, prevalecerá ese estado enigmático sobre la tristeza que la mente produce al no estar físicamente cerca de la persona amada.
Este Amor es auténtico, y por eso entiende que las personas tienen un camino propio, individual, pero a pesar de ello, se mostrará y prevalecerá sobre toda sensación que proceda de la mente.
Es un Amor libre, auténtico, sin trampas ni peros. No entiende de distancias, barreras o cualquier otra separación posible. Este Amor no se difumina ni se apaga por la distancia, siempre persiste y vive en uno. Es infinito, es eterno. Es el auténtico Amor, somos nosotros.

Publicado por Akatzin Zidika

miércoles, mayo 19, 2010

ÁMATE MUJER




Proporcionado por: Liliana Toledo Jara

lunes, mayo 17, 2010

lunes, mayo 11, 2009

HAY QUE QUERER QUERER


El Parkinson, muy avanzado, ahora le impide hablar. Solía decir frases muy sabias que todos, sus amigos y familia, recordamos con cariño: "Hay que crear los buenos ratos; los malos llegan solos". "La suerte y los pendejos nunca andan juntos". "Llórate pobre, pero no te llores solo". "Cobra quien cobra". "Es más fácil crear que mantener". "Hay que ver finales, no principios". "Orden dada y no vigilada, vale para una chingada". "Para querer, hay que querer querer". Y muchas otras que la falta de espacio me impide transcribir.
Mi papá tenía una gran habilidad, un sentido especial para conocer a las personas, para leerlas y caerles bien, para conectarse con ellas de inmediato. Así que, un día, en su cincuenta aniversario de casados, con mucha dificultad, alcanza a formar dos frases que hacen enmudecer a toda la familia: "Si quieres ser feliz, haz feliz a tu pareja". Y "Si quieres que te quieran, quiere". Con esto, responde a la pregunta de Macarena: "¿Qué nos aconseja para tener un buen matrimonio?".
Alguna vez, en este mismo espacio, comenté el impacto que tuvo sobre mí la segunda frase. Me confrontó, me provocó a revisar cómo cumplía con ella en mi vida de pareja. Fue tanto lo que se quedó dando vueltas en mi cabeza, que no atendí a la primera ni a su sentido: "Si quieres ser feliz, haz feliz a tu pareja".
Ahora la retomo y, bien vista, significa un acto de generosidad constante: el detalle, la palabra cariñosa, el ceder, el abrazo que provoca sin remedio un círculo virtuoso. Hay que querer querer.
Lo curioso es que la magia surge en el momento en que empiezo a enamorarme de mí, de la vida, de mi trabajo. Ese amar en la vida es lo que enciende la felicidad con el otro. Cuando amas, eres más amable. Cuando sólo ves tus defectos, ves los del otro y los de la vida misma. El teólogo y amigo Roberto Pérez lo expresa en una frase que me gusta mucho: "Las cosas no son como las vemos, las vemos como somos".
Si esperas a sentirte feliz antes de amarte a ti, a la vida, a tu pareja, a tus hijos, a tu trabajo, creo que esperarás toda la vida.. Por ejemplo, trata de odiar a una persona y, al mismo tiempo, ser feliz. Trata de estar enojado con alguien y sentir paz. Trata de engañar a alguien y sentirte segura. Trata de culpar al otro y de no sentirte culpable. ¡No puedes!
Lo que le haces al otro, te lo haces a ti mismo. Ahora que, si amas, demuéstralo, exprésalo, comunícalo. Con frecuencia damos por hecho que el/los otros lo saben. Y es precisamente esto lo que abre la puerta a los problemas.
LA LLAVE DE LA FELICIDAD
¿Por qué no aprovechar estas fechas y provocar una plática abierta, honesta, en la que hablemos con nuestra pareja y nos preguntemos cómo podemos ser más felices? "¿Sabes lo que te quiero? ¿Cómo puedo hacértelo sentir mejor?". Quizá nos haga falta reservar más tiempo para estar solos, salir a tomar una copa, a platicar, a estar. Tal vez nos haga falta divertirnos y reír más. Abrazarnos, bailar juntos, propiciar momentos de intimidad. Hay que querer querer.
Cuando en la pareja las cosas se ponen tensas, difíciles, la solución es acercarse más, nariz con nariz. Entre más te alejas, más fácil es anestesiar las emociones, reprimirlas.
En el libro Happiness Now, del doctor Robert Holden, encuentro un poema (imagino que escrito por él) que me gustó mucho: "Si hay amor, la pena respira, las lágrimas sonríen, el dolor es más suave, la culpa pierde su filo, el juicio olvida a quién juzgar, el miedo ya no se asusta, la separación termina".
Donde hay amor, estás tú. Y mi papá agregaría: "...y tu felicidad también".
"Lo que le haces al otro, te lo haces a ti mismo.. Ahora que, si amas, demuéstralo, exprésalo, comunícalo. Con frecuencia damos por hecho que los otros lo saben. Y es precisamente esto lo que abre la puerta a los problemas".


Por Gaby Vargas

miércoles, abril 22, 2009

EL DULCE SABOR DE UNA MUJER EXQUISITA





'Una mujer exquisita no es aquella que más hombres tiene a sus pies,
si no aquella que tiene uno solo que la hace realmente feliz.
Una mujer hermosa no es la más joven, ni la más flaca,
ni la que tiene el cutis más terso o el cabello más llamativo,
es aquella que con tan sólo una franca y abierta sonrisa
y un buen consejo puede alegrarte la vida.
Una mujer valiosa no es aquella que tiene más títulos,
ni más cargos académicos, es aquella que sacrifica su sueño
temporalmente por hacer felices a los demás.
Una mujer exquisita no es la más ardiente
(aunque si me preguntan a mí, todas las mujeres son muy
ardientes...Los que estamos fuera de foco somos los
hombres), sino la que vibra al hacer el amor solamente
con el hombre que ama.
Una mujer interesante no es aquella que se siente halagada al ser
admirada por su belleza y elegancia, es aquella mujer firme de
carácter que puede decir NO.
Y un HOMBRE........ UN HOMBRE EXQUISITO
es aquel que valora a una mujer así..............
Que se siente orgulloso de tenerla como compañera....
Que sabe tocarla como un músico virtuosísimo toca su amado instrumento.....
Que lucha a su lado compartiendo todos sus roles,
desde lavar platos y atender tripones,
hasta devolverle los masajes y cuidados que ella le prodigó antes...
La verdad, compañeros hombres, es que las mujeres en eso
de ser 'Muy machas' nos llevan gran recorrido...
¡Qué tontos hemos sido -y somos- cuando valoramos el regalo
solamente por la vistosidad de su empaque...
¡Tonto y mil veces tonto el hombre que come basura en la calle,
teniendo un exquisitito manjar en casa.


Por Gabriel García Márquez